La conciencia desnuda abre los ojos, y deja ver la esencia. El caos no es más que una sucesión desordenada de ficciones y realidades ordinarias. Los zapatos al sol como símbolo de otra noche que posó para zombies sociales; y sus horrendas máscaras de putrefacción interna, quemandolos a la luz de un punto plateado y brillante, en este cielo oscuro, que es el mar, que es la tierra, que es el alma.

El aroma de unos jazmines, húmedos de rocío nocturno, penetra en mi piel, curtida por las circunstancias, y así, desconfigurose mi edad y mi mirada. Pongo mi nivel intrínseco en penitencia en un rincón sucio, para dejar brotar el espíritu extrínseco; hedonista arrepentido. Con altibajos, este heraldo se guarda en un bolsillo, y acompaña a la hoja de laurel, símbolo griego que nos da vida, y triunfo.